La situación que voy a describir tuvo
lugar en la clase de 1º de la ESO (compuesta por 16 alumnos debido a que en
ella se llevaba a cabo un desdoble) del instituto en el que hice las prácticas
el pasado mes de febrero, el IES San Vicente. Una de las clases dadas por la
tutora fue dedicada a la explicación del diálogo y el monólogo; para ello, la
profesora optó por fomentar la participación y dejar a un lado el libro de
texto, preguntando a los alumnos por programas televisivos en los que se
realizasen debates, tertulias, entrevistas y monólogos. Había
alumnos muy participativos, por lo que en la mayoría de los casos ellos
hablaban más que la profesora, algo que, siempre y cuando no acaben desviándose
demasiado, es siempre bastante productivo. El problema era que se avanzaba muy
lento, pero lo bueno es que lo que se trataba en clase, dada la implicación del
alumnado, era recordado en las sesiones siguientes.
En esta clase me parece que
la actitud de nuestra tutora era muy adecuada: era consciente de que eran niños,
pero se esforzaba por darles un papel importante y por dejarles expresar sus
opiniones, algo que, creo yo, les motivaba a ir madurando poco a poco. Con esta
forma de explicar el diálogo y el monólogo se favoreció, por tanto, el
dinamismo y la clase se hizo muy amena; no obstante, no se hizo uso de ninguna
TIC (entre otras cosas porque en la clase no había ningún ordenador). Desde mi
punto de vista, la sesión podría haberse visto enriquecida si hubiese sido
posible reproducir algún vídeo, para que así, aquellos alumnos que viesen menos
la televisión, entendiesen las referencias llevadas a cabo.
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